El hombre descubrió en su pasado que sobreviviría mejor dentro de un grupo social que solo, y para éste fin confío su defensa a un cerebro conceptual y a la capacidad de comunicar ideas complejas a los demás. La comunicación no sólo es verbal sino que cuenta con aspectos tan o más importantes que el antes nombrado como ser lo visual, lo táctil y lo gestual.
Desde entonces, usamos el cuerpo como instrumento expresivo para mostrar lo que pensamos y sentimos mediante pautas de movimiento. Con gestos sutiles y actitudes demostramos y nos manifestamos, aunque no hablemos la misma lengua. Adoptamos un lenguaje gestual común a todo el mundo. Ejemplo de esto es el hecho de que las compañías de danza actúan en muchos países en donde el público no entiende el idioma del país de origen de sus integrantes, y sin embargo todos podemos entender gran parte de las obras.
Claro que siempre está presente el aspecto connotativo dentro de la comunicación, y en la danza a veces lo connotado supera a lo denotado, por lo que la comprensión es menos sencilla cuando faltan gestos o cuando en el lugar donde se realiza una obra el mismo gesto significa algo distinto por las diferencias culturales. Como en casos donde la danza se une a lo formalmente religioso (por ejemplo la danza japonesa) o donde se conjuga la mímica y la religión (en el caso de las danzas hindúes).
Los occidentales comprendemos mejor cuando los gestos se relacionan con movimientos cotidianos y comunes, como ser: una mano sobre la cara - que indica preocupación o pesar-.
Debemos aprender a reconocer lo que el cuerpo “dice”, ya que de éstos movimientos nos serviremos para crear o interpretar secuencias que hablen de la experiencia humana, sabiendo cuándo la imagen que mostramos es denotada y cuándo hablamos para cierto público en particular que sabrá comprender el código.
Nuestro cuerpo habla en su totalidad, incluso cuando no lo hacemos adrede, por lo tanto debemos tener plena conciencia de esta facultad gestual como intérpretes o coreógrafos.
EL RITMO:
Tener un buen sentido del ritmo es esencial para bailar, y esta facultad puede aprenderse si no se la posee naturalmente. La exposición y las respuestas a estímulos ante la música durante la infancia siempre es de gran ayuda.
De no haber tenido ésta posibilidad, puede educarse el oído prestando atención y aprendiendo a escuchar el compás “obvio” (usualmente marcado por instrumentos de percusión, como es la batería), luego los golpes fuertes y suaves (llamados acentos), y más tarde intentando seguirlos con palmas y luego con movimientos. Se pueden variar estos últimos de acuerdo al uso de los distintos “acentos musicales” en la percusión, para empezar.
El movimiento debe anticiparse al golpe, como si éste fuese dado por nuestro propio cuerpo, para que coincida con el compás y no sea el golpe el que nos lleve a realizarlo como respuesta, salvo que esta sea la pauta del coreógrafo o de la composición.
El ritmo y el compás forman el “hilo” que permitirá más adelante memorizar la estructura de las secuencias coreográficas.
LA RESPIRACIÓN:
En la danza, además de la función física, la respiración es utilizada como instrumento expresivo, dándole el sentido y la calidad específica al movimiento. En un sentido más abstracto, bailar “con respiración” denota que una frase coreográfica tiene una extensión en el tiempo que es controlada, junto con un principio y final claros, quitándole lo rígido y mecánico al movimiento. Esto aporta una sensación de calma y fluidez al observar a los bailarines moverse en el escenario. A esto último se le llama también “darle aire al movimiento” o los pasos.
Con respecto a la respiración y su aspecto fisiológico, dado que respirar es una función hegemónica de nuestro cuerpo, y más aún al bailar necesitaremos que esta función se ejecute correctamente para el buen desempeño del bailarín. Esto sucede ya que el desgaste de energía es mayor al danzar, y la respiración se ve alterada por la agitación que supone dicha actividad. Por eso al realizar un ejercicio o coreografía de danza debemos afrontar dos dificultades primordiales:
La primera es saber ejercer el control de la respiración sin interferir en ella. Para ello se tratará de repartir la concentración entre moverse y respirar, aprendiendo a coordinar y controlarla mediante ejercicios de inspiración- expiración, modificando ritmos y aumentando o disminuyendo inspiraciones y expiraciones, o variar la relación entre ambos. Por ejemplo, con el siguiente ejercicio: inspiro cada dos pasos, expiro cada cuatro.
La segunda dificultad consiste en utilizar la caja toráxica sin modificar la correcta postura al bailar. Debemos aprender a respirar más profundamente ensanchando las costillas por detrás (a la altura de los riñones) y toda la espalda, elevando también la parte alta del pecho sin involucrar la parte delantera de las costillas. Esta respiración es la utilizada en algunas técnicas de canto, y es llamada “respiración costo-diafragmal”. Nos permitirá conservar la postura elevada del torso, y sostener nuestro centro fuerte y firme.
Se dice que un movimiento es "respirado" o "tiene aire" cuando se ejecuta con liviandad y dinámica.
Tomado de http://www.danzavirtual.com/gesto-ritmo-y-respiracion/
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